Es bastante habitual que quienes nunca han vivido en Alemania se muestren convencidos de que el fascismo en este país es cosa del pasado. Es cierto que la apología del Nazismo, el uso de sus símbolos y negar el holocausto está prohibido, pero el racismo, la xenofobia, la homofobia y ser gilipollas en general no es ilegal.

Es en ese campo de juego en el que se mueve PEGIDA (Patriotische Europäer Gegen die Islamisierung des Abendlandes) que traducido sería algo así como, Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente. PEGIDA ataca sobre todo, como su propio nombre indica, a los musulmanes que viven en Alemania, turcos en su mayoría, y tiene fuertes lazos tanto con el extremismo católico como con el fascismo, por lo que su mensaje no solo engloba a emigrantes y nuestra perniciosa falta de integración en la sociedad alemana, sino que incluye a cualquiera cuya identidad sexual o sexualidad se aleje de la heterosexual.

El pasado domingo 17 de Mayo de 2015, ejerciendo su derecho a la libertad de expresión, aproximadamente 150 simpatizantes de PEGIDA se manifestaron en Stuttgart junto a las habituales contra-manifestaciones de repulsa y condena.

Desde Marea Granate Stuttgart decidimos sumarnos a la concentración convocada por NO Pegida y en compañía de organizaciones pro derechos humanos, comunistas, anarquistas, ecologistas, católicas y diversos colectivos de emigrantes, rechazamos las ideas de PEGIDA, diciendo “NO!”, al racismo, al sexismo y a la homofobia.

Participamos también en el bloqueo y escrache a la manifestación de PEGIDA, consistente en bloquear las calles de acceso y salida a la zona designada para su concentración, para dejar claro que son una minoría, que no les tenemos miedo y que aquí los que sobran son ellos.

Agrada ver a miles de jóvenes y no tan jóvenes, alemanes en su inmensa mayoría, corear hasta quedar afónicos «Nazis fuera», «Vuestros hijos serán como nosotros» y en una siempre bienvenida muestra del refinado humor alemán, «¿Por que?, ¿por que?, ¿por que sois unos mierdas?».

Aunque se notó la falta de mayor presencia inmigrante en una ciudad que acoge a unos 100.000 extranjeros -que supone un 40% de la población- de los cuales algo más de 23.000 son españoles, la contra manifestación fue un éxito: no pudimos impedir que celebraran su concentración, pero abandonaron el área en autobuses protegidos por la policía y desde luego nos hicimos oír… desde todas partes.