Vacaciones en casa

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Escribo estas líneas tras escuchar, en la radio La Cafetera, las palabras de Emilio Silva, evocando a las vacaciones en casa que los emigrantes realizamos cuando volvemos a España. Ya sea en Navidades, en verano, en Semana Santa o en cuanto acumulamos unos días libres en nuestros respectivos trabajos. Es reparador saber que en un programa de radio a nivel nacional sí importamos algo. Y en navidades, también en algún programa de televisión, nos convertimos en noticia con música lacrimógena, abrazando a nuestros familiares en los aeropuertos. Pero el resto del año, ni los medios de comunicación, ni las instituciones se acuerdan de los miles de emigrantes. Quizás porque se creen a pies juntillas las mentiras que nos cuentan y esas cifras tan inexactas.

En junio hubo un encuentro en Madrid del Consejo  General de la Ciudadanía Española en el Exterior. Allí fueron nuestros consejeros, a los que podemos votar cada 4 años en los CRE, si estamos registrados en los consulados o embajadas de nuestros países de acogida. En dicho encuentro, que podéis escuchar en La Región Internacional, una se da cuenta de que los políticos siguen sin vernos. Somos invisibles, excepto cuando se acercan las elecciones. Por mucho que nuestros consejeros lleven nuestras luchas y nuestras propuestas, mientras que los que toman las decisiones que nos afectan no sufran en sus carnes lo que significa la distancia real y el echar de menos hasta que te duele el estómago, nunca van a cambiar las políticas migratorias.

Porque yo soy de ésas que echa de menos a sus padres, a su hermano, a su hermana, a las dos sobrinas, las comidas de los domingos con tíos y primos, las tapitas con los amigos. Y cuando tengo esas añoradas vacaciones en casa, vivo en un espejismo de felicidad. Toda mi familia se vuelca en cuidarme, desde que salgo por la puerta de llegadas del aeropuerto y meto la maleta llena de chocolate en el maletero; hasta que me devuelven unos días después a la puerta de salidas, con la maleta esta vez llena de jamón, aceite de oliva, verduras del huerto y una fiambrera con arroz a la leña.

Llevo ya 9 años emigrada en Suiza. Y en estos últimos años, mi madre me apremia a tomar una decisión: que regrese ya de una vez a casa, que nueve años, son demasiados años fuera. Como ella dice: «un plato de lentejas no va a faltarte nunca en esta mesa». Y yo ya no sé cómo decirle, otra vez más, que mamá, no sólo no vuelvo porque no haya trabajo o porque el trabajo que me ofrezcan sea precario (que yo valgo mucho más que cuando me fui). No puedo volver así, a este país gobernado por caníbales, que fagocitan las libertades y los derechos, que saquean las arcas del Estado, que trocean los servicios públicos para, como carroñeros, dárselos a las empresas privadas de los amigos. Que eso me roba el aire. Y así huyo, como una cobarde a mi país de acogida, y sólo vuelvo a España a tomar el sol en esas felices y fugaces vacaciones en casa.

Y cada día siento más remordimientos, porque debería volver y sumarme a las luchas que me importan en casa. Luchar por mi hermano que está haciendo el doctorado y sufre por los recortes, luchar por mis sobrinas, de uno y cuatro años, para que tengan un futuro mejor. Debería de estar allí, en las manifestaciones de la marea verde, de la marea blanca, en las asambleas de barrio o parando desahucios junto a la PAH. Pero cómo olvidar que Suiza también es mi casa, y que desde aquí lucho también en otros frentes: como activista, como feminista y como granatera. Cómo conseguir ese equilibrio, en no perder mis derechos como española emigrante, y cómo adquirir los derechos como ciudadana de Suiza. A caballo entre dos mundos, deseando que lleguen mis vacaciones a casa.

Yolanda Candela desde Zúrich.

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2 Comments

  1. manipulador-de-alimentos.es 28/07/2017 at 11:54

    Mucho Animo!
    Felices vacaciones!

  2. Cris 22/07/2017 at 17:17

    Querida Yolanda Candela, mis felicitaciones por expresar tan bien sentimientos de personas que cómo tú nos hemos tenido que alejar de los nuestros para buscar mejores oportunidades, y sobretodo, lo que todos buscamos: vivir dignamente.

    Nos has hecho emocionar!!! 🙂

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