El Centro de Formación de la Cooperación española en Montevideo está a cuatro manzanas de la sucursal del Discount Bank en la que un testaferro de Luís Bárcenas ingresó cuatro millones de euros en negro, proveniente de los pagos de diversos constructores a la caja B del Partido Popular, en un esquema de manual sobre cómo lavar dinero negro. Que dicho centro albergue unas jornadas sobre lucha contra el fraude y el lavado de dinero organizadas por la cooperación española añade una dosis de Marca España solo superada por la presencia de Celia Villalobos en sus instalaciones, teóricamente para participar en un acto sobre participación de las mujeres en política.
Teóricamente, porque con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina y unas previsiones desastrosas para el PPSOE, los 80.000 uruguayos con nacionalidad española constituyen una bolsa de votos prioritaria para nuestro Tinglado político. Así, la visita de una delegación del Congreso encabezada por la propia Celia Villalobos tiene un objetivo político claro: vender que España va bien, que ya no hay crisis y que hay que seguir votando lo de siempre, o sea a ellos.
Por ello, esta asamblea de Marea Granate decidió organizar un escrache a la visita, como manera de visibilizar nuestra protesta y dejarles muy claro que vayan donde vayan no van a poder escapar a las responsabilidades que han contraído, tanto un partido como el otro, durante su acción de gobierno.
Pinta y colorea, versión 15M trasatlántica: la experiencia es un grado.
La acción ha sido breve y contundente: el formato del acto, de carácter privado, impidiendo el acceso a la sala del número de personas necesario como para interrumpir la actividad, ha obligado a realizar la concentración al final del mismo y en el exterior. Un grupo de unas 20 personas –una buena cifra, habida cuenta de que hoy en Uruguay es día laborable y la inmensa mayoría de integrantes de esta asamblea trabajamos, que para eso nos hemos venido- se ha concentrado con carteles en la acera. En el momento en que los funcionarios de la embajada nos han visto al otro lado de la puerta de cristal, han comenzado los nervios. Durante unos minutos, Celia Villalobos, el embajador y su séquito correspondiente han esperado mientras averiguaban si había otra salida. Como no era así, mandaron a dos trabajadores del Centro a “liberar la acera”. En un tono francamente mejorable, nos han exigido que nos fuéramos a la acera de enfrente y nos amenazaron con llamar a la policía. Nosotros nos negamos, recordándoles que en Uruguay el derecho de manifestación pacífica es fundamental y que en todo caso que bueno, que llamasen a la policía y que decidiesen ellos. Ante esto, se retiraron dentro y tras consultar unos minutos salieron de nuevo a inquirir “si se podía salir con seguridad”.
¡Que tipa, Celia Villalobos! Aparte del mítico Manolo, chófer oficial también en Uruguay. Eso es coherencia.
Este es el nivel: ven a veinte personas con carteles y lo primero que piensan es que les vamos a linchar. Revela la profunda desconexión que esta gente vive con la realidad de una sociedad l que durante tres años ha mantenido una actitud de civismo impecable en sus protestas, a la que temen y desprecian. Y ese desprecio se hizo patente en detalles como la sonrisa sardónica del diputado Gil Lázaro (PP), que cumple 32 años como político profesional, compañero de imputados del PP valenciano y tertuliano de pro en el TDT party, recibido al grito de “¡Emprendedor, emprendedor!”, o en la manera en que un asesorcillo nos acusaba de ser instrumentos del PSOE, olvidando el escrache modélico que nuestras compas de Asamblea Granate París habían administrado a Elena Valenciano el fin de semana pasado.
Que esta gente tenga que soportar diez minutos de recriminaciones a pie firme, no tiene precio.
Finalmente la comitiva pasó entre los carteles, se subió a los vehículos oficiales y salió pitando hacia el canapé de rigor. Aprovechando que se había concentrado un grupo importante de curiosos, incluyendo trabajadores de la cooperación, explicamos cosillas como la contrarreforma del aborto, el regalito de 64.000 millones de euros a la banca, el expolio de nuestra tarjeta sanitaria o las ya mencionadas operaciones bancarias de Bárcenas en Uruguay. Y, sobre todo, que no nos hemos ido. Que nos han echado, y que por mucho que repitan muy fuerte que ya no hay crisis, el hecho es que no es cierto, y que no olvidamos la lucha que en casa mantienen asambleas, colectivos y mareas parando desahucios, impidiendo privatizaciones y defendiendo los derechos laborales frente al ataque descarnado de unas élites parasitarias que, cada vez está más claro, no nos representan. Así que desde Uruguay, muchas gracias a todas las que seguís dando guerra: desde fuera os apoyamos y sabemos que sois nuestra mejor esperanza para poder volver un día.
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Escrache a Celia Villalobos en Montevideo, 23 de abril