La Violencia Oculta La Violencia
— 23/03/2015 0 482(English version bellow)
Sin duda esta es la conclusión que uno puede sacar de la cobertura mediática del Blockupy Frankfurt de este año. Es cierto que los actos cometidos por ciertas personas el pasado 18 de marzo en Fráncfort no sólo son condenables, sino que no resultaron representiativos de lo que fue Blockupy Frankfurt 2015. Es inútil volver sobre la condena, ya el propio día 18 Blockupy la realizó y se desligó de esos actos (ver las declaraciones de Ulrich Wilke al respecto).
Lo que sí es importante es ver cómo se destaca un tipo de violencia para ocultar otra, cómo la violencia de unos cuantos coches ardiendo se usa para ocultar la acción colectiva de bloqueo pacífico y la posterior manifestación de 30.000 personas por el centro de Fráncfort. Obviamente, esto es algo que se puede esperar por parte de aquellos colectivos y partidos políticos que defienden y se benefician del austericidio.
Menos comprensible resulta que numerosos medios de comunicación lo hayan hecho. Ya empiezan a ser numerosos los ejemplos en los que los encontronazos con las unidades “antidisturbios” no sólo empañan sino que acallan las acciones de protesta multitudinaria que se están produciendo en Europa. Sin ir más lejos, el 21 de marzo de 2015 volvió a pasar lo mismo en Madrid, lo cual, a su vez, fue una burda repetición de los hechos acontecidos en la misma ciudad el 22 de marzo de 2014.
Si bien es cierto que determinados medios (como Global Project, n-tv, o Diagonal) dieron otro tipo de cobertura, poco se ha acabando diciendo de la violencia estructural que condena a una gran parte de la juventud europea al paro, a la precariedad, a la ausencia de servicios públicos y a un mundo donde el austericido permite la reproducción de estructuras productivas que destruyen la biosfera. Nada se ha dicho de la violencia que la Troika, el BCE, el FMI o la Comisión Europea ejercen cuando condenan a millones de familias, de jubilados, de niños a vidas de miseria, a la exclusión social, a la ausencia de servicios públicos, a vivir en la calle, a un planeta esquilmado: a la ausencia de futuro.
Esa es la violencia que a través de Blockupy, una federación de organizaciones políticas y de movimientos sociales europeos, se está poniendo sobre la mesa. Es por ello que la toma de las calles de Fráncfort, una de las capitales del capitalismo financiero que nos gobierna, la ciudad desde donde el BCE posibilita el enorme trasvase de riqueza desde las clases bajas y medias europeas a unas cuantas élites, resulta necesaria.
Periódicos y noticiarios se llenaron de unos cuantos coches de policía ardiendo. En efecto, condenable. Pero nada se ha dicho de la tranquilidad y la ausencia de violencia con la que numerosos miembros de los bloques que trataban de rodear el BCE se dejaron identificar y fotografiar. Nada se ha mostrado de los momentos de descanso que los manifestantes se tomaron en los parques del centro de Fráncfort. Prácticamente nada se ha mostrado de las presentaciones y de la actitud de los presentes en la Römerberg Platz o de la posterior manifestación que recorrió la ciudad, inundándola de música y color.
Sin embargo, bien es cierto que es necesaria una cierta autocrítica. Hay que replantearse profundamente las tácticas de acción a la hora de tomar la calle. Si queremos evitar todo tipo de violencia, evitemos todo tipo de acción que pueda originarla y que permita a la policía justificar despliegues masivos y atuendos propios de la ciencia ficción. Quizá el 18 de marzo de 2015 hubiera sido un buen día para tomar las calles, invitar a los nuestros y a las “clases medias” a reunirse y debatir, a realizar talleres y a tender puentes entre Blockupy y aquellas capas de la sociedad que relacionan anticapitalismo y desobediencia civil con violencia. De lo contrario no lograremos sumar a esas grandes capas sociales que también son víctimas del capitalismo financiero pero que rechazan los mensajes y actitudes que puedan contener cualquier tipo de violencia. De lo contrario no lograremos transformar los sistemas productivos y derrocar a las élites que nos precarizan y nos condenan a un planeta donde el ciclo de la reproducción de la vida se está rompiendo.
Darío – Grupo de Comunicación del 15M Berlín – Marea Granate
Violence hides violence.
No doubt this is the conclusion one can draw from the media coverage of Blockupy Frankfurt this year. It is true that the acts committed by a small group of people last March 18th in Frankfurt are not only reprehensible, but were not representative of what was Blockupy Frankfurt 2015. It is useless to return to the condemnation, already on the 18th Blockupy did it and it dissociated itself from such reprehensible acts (see statements by Ulrich Wilke).
What is important is how one kind of violence stands to hide another, how the violence of a few cars burning is used to hide the collective action of a peaceful blockade and the subsequent demonstration of 30,000 people in the city centre of Frankfurt. Obviously, this is something that can be expected by those groups and political parties advocating and benefiting from austerity.
Less understandable is the work of a big part of the media. We have already many examples in which clashes with the “riot squads” not only tarnish but silenced mass protest actions taking place in Europe. For instance, on the last 21th March 2015 it happened again in Madrid, which was a blatant remake of the events in the same city on the 22th March 2014.
While it is true that certain media (such as Global Project, n-tv, or Diagonal) had made another kind of coverage, little has been said about the structural violence that condemns much of the European youth to unemployment, to precarious jobs, to the absence of a decent medical and social coverage and a world where austerity allows the productive structures to replicate themselves while destroying the biosphere. Nothing has been said of the violence that the Troika, the ECB, the IMF and the European Commission exercise when they condemn millions of families, retirees and children to live in poverty and social exclusion, to cut them form access to public services and social coverage, to live on the street, to live in a depleted planet: to be condemned to the absence of a future.
That is the violence that through Blockupy, a federation of European political organisations and social movements, are putting in the agenda. That is why taking the streets of Frankfurt, one of the capitals of finance capitalism that governs us, the city from which the ECB allows the enormous transfer of wealth from the lower and middle European classes into a few elites, is necessary.
Newspapers and newscasts were filled with a few police cars on fire. Indeed, condemnable. But nothing has been said of the peace and freedom from violence with which many members of the blocks trying to surround the ECB allowed the police to identify and photograph them. Nothing has been shown about the moments of rest of the protesters in the parks of downtown Frankfurt. Virtually nothing has been shown about the speeches and the attitude of the people present at the Römerberg Platz or the subsequent demonstration through the city, flooding Frankfurt with music and colour.
However, it is true that some criticism is necessary. We need to profoundly rethink the action tactics when taking the street. If we want to avoid all violence, we must avoid any action that may cause it and allow the police to justify massive deployments. Perhaps the 18th March 2015 would have been a good day to take the streets and invite our members and the “middle classes” to meet and discuss, to conduct workshops, to bridge Blockupy and those sections of society that relate anti capitalism and civil disobedience with violence. Otherwise we will fail in joining to our cause these huge social strata (as well victims of financial capitalism) since they reject messages and attitudes that may contain any kind of violence. And then we won’t be able to transform the production systems and overthrow the elites that precarize us and condemn us to a planet where the cycle of reproduction of life is breaking.
Darío – Grupo de Comunicación del 15M Berlín – Marea Granate
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