En el nombre del dinero, el poder y el Espíritu Santo
(amén)
La ignorancia esté con vosotros
(y con tu espíritu)
Cura: Hermanas y hermanos, queridísimo y cercano amigo embajador, representantes del pseudogobierno de España, queridos policías,
Hoy estamos aquí (reunidos?) para despedir a nuestro querido derecho a voto.
(silencio solemne)
El voto fue un buen derecho (llantos), noble, puntual, feliz. Murió joven, a punto de cumplir los cuarenta años. Ante la muerte de un derecho, ya sea uno propio o de nuestros seres queridos que se van al extranjero, cada uno de nosotros se queda con el corazón conmovido y con una cara de tonto que llega al suelo.
Emigrantes, aventureras y aventureros, de nada sirvieron los trámites, las colas, los días perdidos en el Consulado, la locura de tener decenas de versiones oficiales diferentes sobre cómo, cuándo y dónde rogar, suplicar, implorar nuestro derecho a voto para. El sentimiento de inferioridad y el miedo fueron más fuertes que nosotros y hoy estamos aquí para llorar por los cientos de miles de españoles que no podrán (podremos?) opinar sobre el futuro del país. En este día tan triste, queremos decirle adiós a nuestro derecho a votar, uno de los pocos lazos que nos quedan (quedaban?) con nuestra tierra.
Dios, esto…que diga… el gobierno, tiene la autoridad de retirar de este mundo cualquier derecho que se le antoje, ya sea nuestro derecho a participar en la democracia o a recibir atención sanitaria. Él no consulta con nadie nuestros derechos, él no responde ante constituciones o razones éticas, ni exonera a nadie de quedarse desposeído de su dignidad ciudadana. Él es el que decide las normas de este juego llamado democracia, el poder absoluto que cuida de nosotros así de requetebien y que nos roba lo material y lo inmaterial por el bien de todos, sobre todo del suyo.
Querido derecho a voto, te echaremos de menos y lloraremos tu muerte cada cuatro años.
Descanse en paz el derecho a voto de dos millones de emigrantes españoles. Amén.
Leave a reply