Informe crítico de Marea Granate sobre las políticas antimigratorias de Estados Unidos y Europa
Marea Granate denuncia el racismo institucional en las fronteras del norte global
El colectivo de migrantes rechaza el endurecimiento de las fronteras y de las legislaciones contra las personas migrantes que se están dando en las naciones occidentales, entendiendo que se trata de una práctica institucionalizada, opuesta a los Derechos Humanos y que pone en riesgo la vida de millones de personas.
02/07/2018.- Desde Marea Granate queremos expresar nuestra preocupación por el aumento del racismo institucional que está llevando al reforzamiento de las fronteras de los países del norte global con dramáticas consecuencias para quienes intentan cruzarlas. Criticamos y rechazamos las decisiones políticas que llevaron a separar familias en la frontera entre México y EEUU, así como las negativas de países europeos, como Italia, a acoger más personas refugiadas; y nos oponemos a la creación de “centros de internamiento” de migrantes en las costas europeas.
Consideramos que estas decisiones políticas no son aisladas ni excepcionales, sino que siguen un patrón, racista y ciego ante las inmensas dificultades de quienes se ven obligados a dejar sus países de origen y embarcarse en un viaje con destino incierto. El cierre de las fronteras europeas, las dificultades de encontrar un visado, la urgencia por huir del horror de la guerra fuerza a muchas de estas personas a embarcarse en peligrosos trayectos con mafias de tráficos de personas. Muchos no llegan a sobrevivir al viaje y los que llegar a cruzar la frontera (o intentarlo) son tratados prácticamente como criminales.
La problematización y criminalización de la extranjería ha seguido un curso alarmante en el mundo occidental en los últimos años. Es necesario recordar que el discurso xenófobo popular no solo es legitimado sino que es también creado y avivado políticamente. En otras palabras este aumento de racismo en las instituciones y en algunos sectores de la población no es aislado sino que responde a una estrategia política definida que lo crea y lo aviva y lo reproduce por toda Europa.
No somos los únicos que mantenemos esta crítica: el alto comisionado del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Zeid R’aad al Hussein, consideró que la separación de familias que se está dando en Estados Unidos es una política abusiva e inadmisible y una muestra más de la intransigencia de Trump. También advirtió sobre la ola de xenofobia y racismo en países como Alemania, Italia, Austria, Hungría, Polonia, República Checa, entre otros países.
Como migrantes en muchas de estas naciones, nos hermanamos y solidarizamos con todas las personas migrantes y sus dificultades y enumeramos, a continuación, algunos de estos gestos racistas y ciegos, que repudiamos. Exigimos una política de fronteras abiertas con las personas migrantes y el cierre inmediato de los centros de internamiento y detención, en las fronteras europeas y en la de Estados Unidos.
Es un hecho: las embarcaciones con personas refugiadas que huyen del horror de la guerra no dejan de llegar a las costas europeas, tenemos que reaccionar y tratar a esas personas como se merece. Reconocemos el gesto de Pedro Sánchez de acoger a los supervivientes del Aquarius, pero esto no es suficiente: muchos de estos migrantes van a ser devueltos a sus países de origen, llegarán muchos más y es necesario una política de asilo, solidaria y en consonancia con los Derechos Humanos, que no está nada presente en otras naciones europeas.
Intolerancia y racismo en Italia
Denostamos la postura de Matteo Salvini, ministro de interior de Italia del partido Liga Norte, quien se negó a acoger a 630 migrantes, rescatados por SOS Méditerranée frente a las costas de Libia en el barco Aquarius. Esta decisión, no es excepcional ni anecdótica: Salvini ya había prometido, en campaña electoral, tener una política de fronteras dura que no admitiera migrantes “ilegales”. También mantuvo que había que censar a las personas de etnia gitana para expulsar a las que no hubieran nacido en el país y lamentó que las que fueran italianas “había que quedárselas”.
Estas polémicas decisiones no sólo se apartan de lo establecido en la Convención de Derechos Humanos, sino que son inconstitucionales, al contradecir el artículo tercero de la Carta Magna italiana, que prohíbe la distinción de ciudadanos por motivos de “sexo, raza, lengua, credo, opiniones políticas o condiciones personales y sociales”. Sin embargo, el rechazo italiano a admitir a más migrantes continúa, mientras estos siguen muriendo en aguas mediterráneas y la Unión Europea no hace nada por evitarlo.
Aumento de la xenofobia en Alemania y Austria
No está mejor la situación en Alemania, donde han aumentado los ataques xenófobos, contra las personas refugiadas, las más vulnerables. Ya en 2017 se contabilizó una media de cuatro agresiones al día contra la población refugiada y la extrema derecha sale a las calles a rechazar a la población migrante, que vive atemorizada. Mientras tanto, Angela Merkel no se decide en su política fronteriza, recibe muchas presiones de los conservadores, con los que tiene pacto de gobierno y proponen cerrar las fronteras alemanas, y apoya la creación de centros de control de migrantes pero fuera de las fronteras europeas, en el norte de África.
En Austria, el gobierno conservador de Kurz también está bloqueando la llegada de migrantes y fomentando un clima de xenofobia con escenas tan horribles como los ataques islamófobos en redes sociales contra el primer nacimiento del año 2018: Asel, que posaba con su madre, ataviada con un pañuelo, y su padre. Aunque parte de la población austriaca rechazó estos ataques, la política continúa su rumbo conservador y racista: Kurz anunció el pasado miércoles en Berlín la construcción de un “eje de países dispuestos” a luchar contra la inmigración ilegal. No para intentar acabar con las mafias que trafican con personas, sino contra las personas demandantes de asilo.
Políticas antimigrantes en Hungría, Bélgica, Suiza y Francia
En Hungría, en la misma fecha que se conmemora el día de los Refugiados, 20 de junio, el Parlamento ha aprobado una ley que ataca los principios de solidaridad y derechos humanos, ya que va a castigar con penas de hasta un año de cárcel a quienes ayuden a migrantes en situación irregular, entre los que se incluyen refugiados y solicitantes de asilo, sin dar más detalles de qué tipo de actividades son constitutivas de delito.
Y en Bélgica, tras la crisis migratoria de 2016 y el cambio de Gobierno, se vive una situación de persecución constante a los demandantes de asilo y a las personas indocumentadas. Theo Francken, Secretario de Estado belga para la Migración y el Asilo, presentó el pasado mes de enero, un proyecto de ley que autoriza a la policía a penetrar en los domicilios privados para detener a los migrantes sin papeles. También ordenó la expulsión de un grupo de sudaneses que sufrieron torturas en su país de origen y causó la muerte de una niña kurda de dos años, asesinada por la policía belga, cuando cruzaba en furgoneta Bélgica.
Por su parte, en Suiza, están aumentando las detenciones administrativas a migrantes, siguiendo una ley que permite a las autoridades detener a las personas extranjeras hasta 18 meses, aunque no hayan cometido ningún delito, tan solo por no tener los papeles en regla. Las encierran en centros federales que, a efectos prácticos, no son más que cárceles, que se extienden por todo el país (por ejemplo, en Ginebra se acaba de abrir un nuevo centro que cuenta con 218 plazas para encerrar a las personas migrantes sin papeles).
La situación también es muy preocupante en Francia donde se tramita actualmente la Loi Collomb, un proyecto de ley de control migratorio, que aduce la excusa de que es necesario diferenciar entre migrantes económicos y refugiados, para plantear una política migratoria aún más persecutoria que la actual. Esta nueva propuesta política se disfraza de un mero trámite burocrático para clasificar a los migrantes, pero acabará siendo un proceso de selección de migrantes que dificultará, aún más, el acceso al país. Este anteproyecto preocupa bastante a las asociaciones civiles y ONGs francesas y ha sido ampliamente rechazado por organizaciones defensoras de los Derechos Humanos.
Incremento del racismo en Inglaterra, tras el Brexit
Desde que se votara en Reino Unido la salida de la Unión Europea, el racismo la xenofobia han aumentado sobre todo contra personas de origen polaco y contra las comunidades musulmanas. En este país está cobrando fuerza la ultraderecha, con manifestaciones racistas como las que organizaron las asociaciones Democratic Football Lads Alliance (DFLA) y Football Lands Alliance (FLA) en junio en Londres y Manchester. El Gobierno no sólo no hace nada contra estas manifestaciones sino que aviva la xenofobia con decisiones tan desafortunadas como el envío de cartas amenazantes a personas sin recursos o el control de sus cuentas bancarias; al mismo tiempo que se quita cualquier protección jurídica a los migrantes y se les recomienda abandonar el país antes de que el Brexit sea efectivo, cuando previsiblemente se endurecerán las políticas migratorias y el control y la persecución a los migrantes.
Acosos xenófobos en Dinamarca
En Dinamarca el acoso xenófobo se expande sin medida, avivado por el discurso político de un número creciente de partidos políticos que se suman a esta estrategia electoralista. El acoso se presenta de muchas maneras: verbal, simbólico o legislado. La ministra de “Integración” celebró con un pastel el endurecimiento de las regulaciones migratorias, que ha afectado a numerosas familias. Hubo propuestas absurdas (y por suerte, no aprobadas) como la obligación a asistir a misa para los extranjeros aspirantes a adquirir la nacionalidad danesa. Otras sí fueron aprobadas como la reciente ley que prohíbe el uso de burka o niqab en espacios públicos, en clara violación del derecho a la libertad de expresión o libertad religiosa. En estos momentos se debate la aprobación de una ley que supondría que ciertos delitos, como el robo, vandalismo o intimidación, sean castigados con el doble de pena en la llamadas “zonas ghetto”, donde hay más concentración de migrantes que en otros lugares del país. Esta iniciativa cuenta con el apoyo de varios partidos, incluido el Socialdemócrata, que aproxima sus posiciones en materia de extranjería al partido de utraderecha, Dansk Folkeparti.
Ataques y manifestaciones contra migrantes en Polonia y República Checa
En noviembre de 2017 en Polonia, decenas de miles de nacionalistas tomaron a las calles de Varsovia en la marcha anual de independencia polaca, con carteles criticando, entre otras cosas, la política de acogida de refugiados de la UE (a la que el gobierno polaco no se adhiere) y pregonando el supuesto avance del islamismo.
Mientras tanto, en la República Checa el euroescéptico Milos Zeman renovó su mandato en enero de 2018 como presidente, pese a declaraciones claramente xenófobas como que la inmigración musulmana era una “invasión organizada” imposible de integrar en Europa.
Y no nos olvidamos del Estado español…
Y también en nuestro país, donde hasta hace muy poco tiempo prácticamente les negábamos la sanidad a las personas sin papeles. Aunque el gobierno de Pedro Sánchez parezca intentar llevar a cabo una política más aperturista con los migrantes, con la concesión de sanidad para quienes lleven 90 días en el país o la acogida de numerosos refugiados en las costas mediterráneas, la situación sigue siendo preocupante, ya que sigue habiendo concertinas en las vallas de Melilla y Ceuta y se mantienen los CIEs, cárceles para personas cuyo único delito fue cometer una falta administrativa. La decisión de crear centros de internamiento a nivel europeo, apoyada por Italia, Alemania, Francia, no deja de preocuparnos, ya que esto va a suponer una legitimación a las prácticas antipersonas descritas en este informe y va a dificultar, aún más, a las personas migrantes llegar a nuestros países.
En conclusión, nos oponemos a todas las prácticas, legislaciones y medidas descritas en este informe y exigimos una política acorde con los Derechos Humanos para que nadie más muera o se vea expulsado de las fronteras del norte global.
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